La actualización del libro Nutrición y cáncer: guía para la prevención y tratamiento del cáncer por medio de la alimentación (Editorial UN, 2016) resalta el papel de las verduras, las frutas, las proteínas y los carbohidratos a la hora de prevenir o tratar las enfermedades. Por ejemplo, los doctores Elizabeth Cañón Bustos y Carlos A. Guerrero Fonseca, sus autores, señalan que la ahuyama, el pimentón, la espinaca, la acelga, el brócoli y el coliflor, entre otras verduras, deben primar en la dieta porque contienen vitaminas A, B, C y E, además de minerales como zinc y selenio.
Lo mismo sucede con frutas como el chontaduro (dos al día suplen el requerimiento de vitamina A), zapote, guayaba, kiwi, mango y maracuyá. En cuanto a las proteínas, los autores recomiendan consumir pescados como el salmón o el atún, los cuales aportan omega 3, y 100 gramos de carne pulpa en una comida, que contribuye con la vitamina B 12 y el ácido fólico. “El mito de que la carne roja produce cáncer es falso. Aporta mucha proteína, aunque es mejor consumirla en cantidades moderadas, evitando las grasas saturadas y los embutidos”, señala la profesora Cañón.
En cuanto a los carbohidratos, los autores recomiendan consumir cereales enteros como el trigo, la cebada, el maíz y el arroz; controlar los azúcares, consumirlos a través de miel o panela orgánica; minimizar las harinas refinadas y, en lo posible, cocinar con aceites vegetales. “El beneficio no se da de un día para otro. Estos alimentos tienen un poder curativo lento, por lo que es preferible que estén presentes desde el embarazo”, señala la doctora Cañón. El doctor Guerrero revela que el cuerpo tarda unos cinco años en adaptarse plenamente a una dieta con este tipo de alimentos.
La publicación tiene además un capítulo completo dedicado a la genética en la nutrición, mediante la profundización en nutrigenética (relación entre los genes y la respuesta individual a la dieta) y epigenética (rasgos hereditarios influenciados por el medioambiente). Según la Asociación Americana del Cáncer, apenas entre el 5 % y el 10 % de los casos se desarrollan por mutaciones genéticas transmitidas de generación en generación.
Esta guía tiene como objetivo suministrarle al lector las claves de la relación entre alimentación y prevención del cáncer e informar sobre la composición de los alimentos y cómo seleccionarlos para que tengan una mayor concentración de antioxidantes, fundamentales para prevenir, además, enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión.
Por medio de recetas fáciles se sugieren alimentos, técnicas de preparación que pueden contrarrestar el desarrollo del cáncer y menús que se adaptan a la dieta colombiana. Además demuestra que comer sano y de forma inteligente es posible sin sucumbir a modas o tendencias como el veganismo, muy popular en la actualidad.
Los doctores Cañón y Guerrero proponen una serie de batidos y helados de gran ayuda para las quimioterapias, sobre todo cuando el paciente tiene poco apetito, vómitos y diarreas. “Estos alimentos minimizan los efectos colaterales de la terapia, previenen la desnutrición y la anemia”, señalan los investigadores. Otra medida recomendada por los doctores para los pacientes que tienen poco apetito es fragmentar las comidas, es decir, tomar los alimentos en porciones más pequeñas y en espacios de una o dos horas. Por último añaden un ingrediente no menos importante: el apoyo y acompañamiento que deben brindar los familiares, amigos y el cuerpo médico durante el tratamiento.